La Ley de Protección de Edificios Porteños, aprobada en primera lectura por la Legislatura, puede habilitar un interesante debate los inmuebles anteriores a 1977, con calidad arquitectónica, pero sin protección especial.







Por Margarita Charriere. ARQUITECTA, PRESIDENTA DE LA COM. DE URBANISMO Y MEDIO AMBIENTE DEL CPAU


Las normas del actual Código de Planeamiento resultan insuficientes para enfrentar las transformaciones de Buenos Aires. Entre otras cuestiones, no se contempla la especificidad de ese amplio parque edilicio que fue construido, casi en un 80%, con anterioridad al Código de Planeamiento Urbano de 1977. Es que en esos años se trataba de sustituir la cuadricula tradicional por edificios en torre retirados y exentos, desde una imagen de ciudad nueva que no contemplaba, ni deseaba, implementar mecanismos para conservar los inmuebles existentes. Entonces fueron desapareciendo esos inmuebles viejos con calidad arquitectónica y/o urbana, pero que no llegaron a merecer una protección especial. En el contexto de la una acentuada dinámica inmobiliaria, la carencia de una normativa que contemple la adecuación edilicia a las nuevas demandas, fue una de las causas de la degradación de algunas áreas y de demoliciones innecesarias.

El debate de hoy, más retórico que operativo, polariza las posiciones entre lo viejo y lo nuevo, entre pasado y futuro, sin avisorar que se trata de un dilema constitutivo del urbanismo que requiere de una permanente redefinición.

De algún modo, la tensión entre conservar lo existente y demoler para transformar es una de las controversias que atraviesan la gestión urbana y que no tiene respuestas unívocas, pues por un lado, el patrimonio de la ciudad es un recurso, y al mismo tiempo el espacio urbano requiere de una renovación permanente con nuevos usos, nuevas formas y nuevas arquitecturas. ¿Ahora bien, como resolver ese dilema? En 2003, en un escenario de salida de la crisis, en la Subsecretaría de Planeamiento porteña nos planteábamos proteger el chasis de la ciudad, sacando partido de sus recursos. En ese marco imaginamos los principios de la "ley de recuperación de edificios existentes" que se debate en estos días.

En 2004, el proyecto de ley se fundó sobre la base de estudios pormenorizados y de un proceso de consultas. Se llevaron a cabo relevamientos y diagnósticos, se organizaron reuniones con especialistas, agentes inmobiliarios y propietarios y se elaboraron diferentes escenarios de factibilidad.

La Ley apuntaba a una amplia gama de metas. Se trataba de preservar el importante stock edilicio de calidad arquitectónica y constructiva, propia del paisaje urbano, de reactivar la actividad de la construcción, mejorando la ecuación financiera y la tasa de retorno, de contribuir a la política urbana de recuperación del área central (donde se localiza el 65% de dicho stock), de valorizar los beneficios ecológicos y ambientales que resultan de la recuperación en comparación con los de demolición y nueva edificación.

En esa instancia de retracción económica, el objetivo era asegurar una herramienta capaz de estimular la inversión privada, pero protegiendo la calidad de la edilicia urbana.

En la medida que en esos años no se logró aprobar el Modelo Territorial del Plan Urbano Ambiental, que hubiera permitido el aggiornamiento de la normativa urbana, la ley se presentó como un instrumento capaz de darle un marco normativo a las construcciones anteriores a 1977. Por ejemplo, un edificio construido en los años cuarenta y en perfecto estado de conservación, cuyo propietario deseara modificar su uso por otro permitido en el distrito, debía demoler parte importante del construido pues no era posible, de otro modo, ajustarse a la norma. En esa situación se encuentra un significativo porcentaje del el área central de la Ciudad.

Ese proyecto de ley no se propuso modificar los indicadores del Código vigentes -de uso, morfológicos o de constructibilidad-, ni tampoco el blanqueo de la situación de aquellos edificios que construidos con posterioridad al Código de 1977, fueron el resultado de operaciones que no respetaron la normativa. Es decir, la idea inicial no fue la de dejar entrar por la ventana modificaciones que habiliten "excepciones" de nueva generación que redundan en oportunidades para la especulación o que pongan en peligro la sustentabilidad.

Desde esa perspectiva, saludamos esta iniciativa legislativa que aprobó en una primer lectura la Ley de Protección de Edificios Porteños, que puede habilitar interesantes debates y propuestas, en el marco de la prevista audiencia pública.

No es ocioso recordar, no obstante, que una ley recupera su sentido solamente si se plantea como uno más de los instrumentos de planificación para lograr una ciudad más equitativa, en el marco de medidas a corto, mediano y largo plazo. Ojalá que esta nueva ley contribuya a resolver viejos problemas, aquellos que afectan a los edificios existentes y también aquellos que nos afectan a todos y son el resultado de inexistentes políticas públicas integradoras. «

Fuente: clarin.com

Un video sobre la Arquitectura de la Bauhaus



Cuando Chicago soñó con ser París, Cuando París sueña con ser Chicago


Desde hace una década, Londres y París luchan por ser el centro económico de la nueva Europa. Por esta razón, han permitido nuevos límites a sus códigos urbanísticos: Mientras en Londres ya se ha perdido toda cordura al llevar a gran parte de la ciudad la altura cada vez mayor de la City, en París un nuevo impulso se le intenta dar al área de La Defense, promovida desde su generación misma como un Centro de Negocios continuando el clásico eje hausmanniano que nace en el Louvre y llega hasta el gran Arche de von Spreckelsen. Con estas esbeltas construcciones que responden a la elegancia de Nouvel y al fuerte impacto de Morphosis, París demuestra querer ser como Nueva York y Chicago, apenas algo más que un siglo después de la exposición colombina de 1893, cuando en las crecientes ínfulas por querer ser una Dama Europea y Señorial, se desestimaron los inmensos logros de la "Escuela de Chicago". Pocos ejemplos como el expuesto pueden fundamentar la nominación del "Rascacielos" como el Tipo Moderno por excelencia de todo el siglo XX.

Imágenes del proyecto de Morphosis en La Defense, la exposicion Colombina de 1893 en Chicago y el Skyline de Londres para el 2012. Editado por el arq. Martín Lisnovsky.


“...a veces nuestro pequeño grupo marchaba solo, pero que
otras formábamos una masa ingente al extremo de constituir en ocasiones
un verdadero ejército. También he hecho constar que cubrí algunas
jornadas en compañía de escasos camaradas o solo por completo,
sin tienda, sin jefe, sin Orador. Otra dificultad es, y grande, que
no solo cruzábamos espacios, sino también épocas. Marchábamos
hacia Oriente, pero al mismo tiempo penetrábamos también en la
Edad Media o en la Edad de Oro cruzábamos Italia o Suiza, pero en
ocasiones acampábamos en pleno siglo X, junto con los patriarcas o
las hadas...”.

Hermann Hesse, Die Morgenlandfahr, 1932



Pero, pero... es organicismo.


Cuatro premios Pritzker analizarán en Pamplona la arquitectura de crisis

L. F. - Madrid - 16/04/2010
Como dijo Carlos Solchaga, ayer en la presentación del I Congreso Internacional organizado por la Fundación Arquitectura y Sociedad, "en los últimos años, la arquitectura ha pecado de arrogancia, se ha pasado de la abundancia a construir casi próximos al despilfarro".
Para dar un vuelco a esta situación, arquitectos de prestigio y pensadores ilustres se reunirán los próximos 9, 10 y 11 de junio en Pamplona para debatir cómo construir con otros materiales, otras fórmulas.
Entre ellos, destacará la asistencia de cuatro premios Pritzker, como el italiano Renzo Piano, galardonado en 2008 y alma del Pompidou en París. También el suizo Jacques Herzog, premiado en 2001 y artífice del estadio olímpico de Pekín y Caixa Fórum de Madrid. Paulo Mendes da Rocha, Pritzker 2006, y el británico Glenn Murcutt, premiado en 2002.
José María Fidalgo, codirector del congreso junto con el arquitecto Luis Fernández-Galiano, explicó la necesidad de que "el consumo vuelva a la belleza de la austero" y con ese compromiso dibujó lo que serán los tres bloques del congreso: la arquitectura como cobijo, como eficiencia y como belleza.
Además, Isabel Tocino, miembro también de la comisión ejecutiva de la fundación, señaló la importancia de la figura del arquitecto en este proceso, "para poner fin al derroche y a la ineficiencia energética". Como representantes de la sociedad asistirán filósofos, políticos y sociólogos.

Fuente: cincodias.com

Las propuestas de los arquitectos para construir con menos impacto ambiental. Proyectos con aislación térmica, recursos renovables y mantenimiento eficiente.

Reformular. Ese es el concepto que se suma a las "tres erres" (reducir, reciclar y reutilizar), básicas en el cuidado del medio ambiente. Porque ahora los arquitectos, además de racionalizar los materiales y aprovechar los descartes, piensan y proyectan viviendas preparadas para el ahorro energético y con tecnología y recursos que aseguren el menor impacto ambiental.
"Hoy no es suficiente con reciclar. Para hacer un producto verdaderamente sustentable, hace falta cambiar la mentalidad de producción y tener una visión integral ", explicó el ingeniero Guillermo Canalé, en una de las charlas de ecodiseño organizadas por la Universidad de Palermo, que se realizaron hace pocos días.
Así, en este nuevo catálogo "verde" -agrega el arquitecto Andrés Remy, otro de los impulsores de esta tendencia- hay una inmensa cantidad de variables, que se integran y delimitan el perfil de las viviendas.

La casa mira al sol
Pensar en el ahorro de energía, es uno de los grandes desafíos. Para lograrlo, Remy desarrolló un modelo -denominado Orquídea, porque sigue la silueta de la flor- teniendo en cuenta la incidencia del sol.
El diseño incluye superficies vidriadas con buena aislación térmica y aberturas más chicas en las orientaciones menos favorables, como la fachada sur. Además, se estudió la medida más conveniente para el retraimiento de las ventanas y, en la planta baja, se incluyó un sistema de ventilación natural. "Estas características aumentan el confort y dan una riqueza visual única".

Materiales sin daño
En esta tendencia, los elementos naturales también quedan revalorizados. En especial, los más antiguos o logrados con materias prima de la zona. "Los pueblos originarios construyeron sus lugares de residencia con elementos que tenían al alcance y así surgieron distintos métodos, según las necesidades del clima", explican los arquitectos Kareen Herzfeld y Carlos Placitelli, del estudio Ecoaeco, quienes idearon varios proyectos en Uruguay teniendo en cuenta formas de arquitectura típicas.
El sello son los muros de adobe y tierra aliviana (mezcla de barro y paja) revestida con madera. "La tierra constituye una excelente opción. Es abundante, económica, reciclable", comentan.
Mientras que el remate lo marcan los techos verde, también llamados "ajardinados", revestidos totalmente en pasto. "Son eficiente térmicamente y tienen una estética muy original". Además, se pueden emplear en estructuras de hormigón.

Energía sin facturas
Otra meta buscada: la "autosuficiencia" y el menor consumo energético. Un ejemplo lo sigue la casa hecha de madera, hormigón y ladrillo, ubicada en una isla del Delta, ideada por la arquitecta Elisa Gerson.
"Como no había red eléctrica, se colocaron paneles solares y un banco de baterías", cuenta. Y, como complemento, se utilizaron lámparas de leds, de bajo consumo. "La climatización, por su parte, se logró con un hogar a leña", agrega la arquitecta.

Ni frío ni calor
Si se busca tener una temperatura agradable todo el año, hace falta pensar en una buena aislación. Las alternativas son variadas. Hay distintos productos, como los revestimientos interiores de lana de vidrio y los cerramientos herméticos, que llegan a reducir hasta en un 10 por ciento el uso de la calefacción y el aire acondicionado.
También se puede elegir una versión natural. Como ser la terraza de césped, que cubre el container reciclado, presentado en la última edición de Foa por Máximo Sanguinetti y Matilde Oyharzábal. El beneficio extra: "sirve como filtro de agua de lluvia para el uso de los propietarios", recomiendan los autores del espacio.

La ecología indirecta
Pensar en el mantenimiento posterior, es otra de las reglas que tuvieron en cuenta los arquitectos María Victoria Besonías, Guillermo de Almeida y Luciano Kruk, del estudio Bak, para la residencia de veraneo ubicada en Mar Azul. "Apelamos a formas simples y a un repertorio acotado de elementos, no sólo como una elección estética. Esto, además, permite reducir al máximo los insumos y disminuir las tareas de mantenimiento", agregan.

Fuente: clarin.com


Homenaje a la arquitectura brasileña

Por Eduardo Subirats *



Quiero rendir un homenaje a la arquitectura brasileña bajo una dimensión amplia que la crítica postmodernista de las últimas décadas se ha negado a reconocer. Y por dos malas razones. Por una parte, el “postmodern” norteamericano ha seguido considerando a Brasil como una neocolonia latinoamericana más, y lo ha redefinido por tanto como objeto subalterno a través de las estrategias conceptuales de los cultural studies y los poscolonial studies. De acuerdo con sus muy difundidas normas de representación y comunicación, sus expresiones culturales deben subsumirse a un diálogo o a una hibridización verticales bajo las normas políticas, financieras y epistemológicas de una autoproclamada realidad global. Y debe definirse a partir de ello dentro de la categoría negativa de lo local. Este perspectivismo posmoderno ha admitido de muy buen grado los lenguajes híbridos, las reclamaciones micropolíticas de virtuales derechos humanos o feministas, así como los espectáculos multiculturalistas. Pero desde su punto de vista es inadmisible reconocer este objeto como una verdadera obra de arte dotada de significados verdaderos y universales. Y, lo que todavía es más importante, desde esta perspectiva americocentrista resulta metodológicamente imposible cuestionar reflexivamente el proyecto de dominación unipolar y unidimensional del planeta que precisamente atraviesa este proyecto de reducción urbi et orbi del ser a las fronteras y fragmentaciones de “lo local”.

Desde este americocentrismo es igualmente quimérico que fueran un poeta brasileño como Oswald de Andrade o un arquitecto brasileño como Oscar Niemeyer quienes por primera vez formularan, ya en la década de los cuarenta del siglo pasado, la muerte del Movimiento moderno. Y que, además, lo hicieran a partir de un proyecto artístico, filosófico e intelectual que el postmodern norteamericano sólo ha sabido ignorar: aquella voluntad de cambio y aquella libertad creadora que atravesó a las bohemias artísticas y sociedades políticas europeas antes de su decapitación por los totalitarismos fascistas y soviéticos, y antes de su putrefacción terminal bajo las culturas industriales del espectáculo.

La crítica radical de una modernidad arquitectónica y estética, fracasada en Europa y en Norteamérica en la misma medida en que sacrificaba sus dimensiones humanistas y socialistas en beneficio de una función normativa, de un esteticismo formalista y una voluntad espectacular es, sin embargo, capital para poder entender la originalidad y la radicalidad de la gran arquitectura brasileña del siglo XX. Por decirlo con muy pocas palabras: los tres o cuatro ejemplos arquitectónicos que quiero recordar aquí comprenden una responsabilidad urbana, ecológica y política en el diseño del paisaje, de la arquitectura y de la ciudad que contrasta drásticamente con la megalomanía, el formalismo y el cinismo social puestos en escena por el posmodernismo arquitectónico con sus grandes nombres a la cabeza, de Philip Johnson a Frank Gehry.

Un ejemplo estetizante de lo que quiero decir es el Palacio de Itamaratí creado por Oscar Niemeyer y Roberto Burle Marx en el paisaje urbano y social “romántico” de la Brasilia que diseñó Lucio Costa. No quiero dejar de lado el inmediato efecto sobrecogedor que producen las delicadas proporciones de este palacio, ni la gracia inherente al juego de fuerzas naturales que se conjugan arquitectónicamente en ella: la tierra, el agua, el cielo y la vegetación tropical. Tampoco pretendo olvidar que formalmente hablando este palacio está emparentado con el racionalismo cartesiano de Le Corbusier y la Bauhaus. Pero uno de los grandes protagonistas de esta obra es su escalinata interior. Y la sensualidad y la fuerza ascendente de esta escalinata es incomprensible sin tener en cuenta el intenso diálogo que establece con la arquitectura del Barroco brasileño. Además, la pureza elemental de sus formas y su transparencia espacial están emparentadas con la elementariedad y la sensualidad que distinguen las estructuras y texturas de la Maloca amazónica. Es también amazónica la integración del agua a través de los espacios arquitectónicos. En el corazón de este concierto de vanguardias europeas y danzas amazónicas Burle Marx instaló un jardín colgante, con algo de una selva en miniatura y de jardín oriental.

La expresión más elocuente de estos proyectos urbanos modernos en América latina es, sin lugar a duda, Brasilia, la capital federal políticamente concebida por Juscelino Kubistchek, y diseñada por Lucio Costa y Oscar Niemeyer. No quiero decir con eso que Brasilia sea una cita única. Las ciudades nuevas, de dimensiones monumentales o de características más reducidas, se extienden ininterrumpidamente por América latina al paso precisamente de la colonización de sus hinterlands y “no-man’s land”. Existe, por lo menos, otro ejemplo no menos impresionante de capital política que cumplía los cánones sancionados por el Movimiento Moderno europeo bajo las diferentes condiciones ecológicas y políticas latinoamericanas: el proyecto de Carlos Raúl Villanueva para la ciudad de Caracas. Pero Brasilia revela en estado puro la convergencia de la racionalidad industrial del modernismo europeo de comienzos del siglo XX y las constantes de la cultura colonial y poscolonial latinoamericana. Su proyecto político fue una penúltima gesta heroica del espíritu conquistador de los bandeirantes. Es una cita de la civilización industrial violentamente insertada en el interior del sertao salvaje. Su trazado, su regulación jurídica y urbanística, sigue los esquemas elementales de la ciudad colonial ibérica: una ordenación geométrica de la ciudad en medio de la nada, con esa mezcla de rigidez militar y racionalidad misionera que ya subyugaba a los arquitectos del Barroco.

Organizativa y performáticamente, Brasilia es la cristalización de los ideales secularizados del mercantilismo y el salvacionismo coloniales, pero trasladados primero al moderno discurso secular y positivista del “orden y progreso” y, a continuación, reformateados bajo los conceptos estilísticos del funcionalismo internacional de los años cincuenta. Es un espacio ideal, un diseño abstracto y complejo, proyectado con arreglo a la racionalidad burocrática de un estado-ciudad que, a su vez, fue concebida políticamente como una máquina de proporciones ciclópeas destinada a la exploración y explotación indefinidas de los recursos naturales y humanos de un territorio nacional virtualmente sin fronteras.

* Escritor y profesor de teoría estética en la Universidad de New York



Cada perspectiva de una imagen, muestra algo diferente. Las interpretaciones son infinitas.

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